jueves, 6 de enero de 2011

El día de los deseos



Deseo
Pego una fotografía y un poema alusivos a los deseos, los grandes y los pequeños.

¿Qué más puedo desear?

Tengo una cuchara para comer,
tengo una silla para descansar,
tengo una cama para soñar,
¿qué más puedo desear?

La luna llena un día de lluvia,
la brisa fresca del mar, en medio del desierto,
la plenitud de los veinte años,
la dicha de los vividores.

Un bocado de sandía en los labios de David,
un pizco de sal en la palma de la mano,
un lapicero rojo para tachar la desdicha,
todos los colores para describir el futuro.

Una melodía susurrada al oído,
morder el sexo de cereza de un amor prohibido,
pisar un campo sembrado de lluvia con los pies descalzos,
agotar todas las noches que me quedan
con la piel empapada de deseos.



Una vieja puerta de un edificio ruinoso del centro de Madrid ofrecía un pequeño espacio privilegiado para el arte.  Utilizando la puerta -ya de por sí muy rica en texturas- como soporte, alguien pegó el rostro de una actriz americana de los años treinta -creo que se trara de Mae West- y alguna otra persona la rodeó con un gran grafitti, de tal manera que la figura de la bella queda enmarcada dentro de dos grandes círculos. Cuando  el conjunto se mira desde lejos produce el efecto de un tatuaje sobre una nalga femenina. O al menos eso me sugirió a mi esta composición. Por eso la fotografié y la titulé “Deseo”. 


Cuando pasaron unos meses, volví al lugar. La bella dama seguía ahí, un poco envejecida por la acción de la lluvia y del viento. Pego la foto del detalle y otra más del mismo formato. A su vez la foto del detalle me sugirió otro poema titulado "Finitud", que también pego:

Intemperie
Finitud
Recorro túneles
de velada luz,
de ahogada voz,
con ritmo frenético
de minutos perdidos.
Delante de mí,
el tiempo corre.
Cada mañana
me gana la carrera,
y subo unos cuantos peldaños más,
hacia la finitud.





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